A cuatro años de la revuelta social, más allá de las simplificaciones, conversar sobre las causas y mirar sus impactos sociales y políticos es un ejercicio que permite situar, sin atajos, las tareas del presente. Es así que nos preguntamos por la vigencia de las...
Ya hemos mostrado la fragilidad de encuestas como CADEM o Activa Research. A pesar de ello, estas encuestas no transparentan su fragilidad. Al no hacerlo, funcionan como verdaderas armas de desinformación masiva, instalando una idea incomprobable en torno a la cual gira la conversación pública y política. Con ello, contribuyen a desquiciar el debate público y ponen un escenario irreal como piso para el diálogo democrático sobre el cierre del proceso constituyente, así como para dar a conocer los rasgos concretos del borrador de la Nueva Carta Magna. Entre nuestras fuerzas ayuda a desordenar las filas: nos aturde y provoca confusión. ¿Es posible que gane el Rechazo? ¿Cómo deberíamos hacer campaña por el #Apruebo? ¿Qué acciones tiene sentido tomar, electoralmente, en los dos meses que restan para los comicios? ¿Es tan adverso el escenario electoral?
por Felipe Ruiz Bruzzone y Ernesto San Martín
Imagen / Marcha por el Rechazo a la nueva constitución, 15 de febrero 2020, Santiago, Chile. Fuente.
Hoy la Convención hace entrega el borrador de Nueva Constitución. Pero la campaña electoral empezó hace rato. Planteamos que la campaña del #Rechazo inició de manera estricta con la segunda vuelta presidencial (donde se galvanizó un duro segmento de voto conservador con 3.650.088 personas), sin haber tenido pausas hasta la fecha. Ha sido la estrategia de la derecha política instalada en la Convención, como también de sus opinólogos y medios de información masiva (televisión, redes sociales, incluso, llamadas telefónicas o mensajes directos a los Whatsapp personales): arrojar un manto de desinformación a punta de noticias falsas, exageraciones y caricaturizaciones, produciendo en algunos temor, rechazo y cuando menos, incertidumbre sobre el proceso constituyente entre la población.[1]
Ahora bien, los problemas también parten por nuestra propia vereda. En repetidas ocasiones la Convenció dio pasos en falso (era esperable): baste recordar el caso Rojas Vade, o incluso las altisonancias producidas en los debates de las comisiones o en el mismo pleno. Pese a que la composición social de la convención (con las variables de paridad y representación de pueblos originarios) la configura como el órgano político más representativo de la realidad concreta de la sociedad chilena,[2] es imposible negar que sus integrantes han tenido dificultades para establecer canales fluidos de comunicación política hacia el resto de la sociedad; no es de extrañar, pues pese a su mentada novedad, su trabajo se inscribe en el cuadro de elevada desarticulación social y acentuada desafección política que caracteriza a la población. Por otra parte, la alta demanda de cuadros desde las fuerzas sociales y políticas por el #Apruebo que ha precisado el mismo proceso constituyente y la instalación del gobierno de Apruebo Dignidad, ha mermado nuestras capacidades para sostener un trabajo de comunicación y activación política de masas durante el último año.
Adicionalmente hay dificultades de contexto que nos exceden. Se trata de un comicio electoral con una inédita exigencia de participación obligatoria, que introduce un manto de incertidumbre sobre quiénes y en qué medida se sumarán al proceso. Y que además no tiene segunda vuelta, es decir, el resultado se juega en una instancia única; por otra parte, desde 2019 la sociedad chilena viene experimentando continuas crisis de carácter social, político y económico (sobre todo con los efectos de la pandemia y el conflicto bélico latente en Europa) que han impactado de forma negativa en las condiciones materiales de vida, imprimiendo un retroceso de varias décadas en los principales indicadores de desarrollo económico y social.[3] Por todo lo anterior, el proceso constituyente se ha solapado con diferentes malestares y sensaciones de desprotección en la población.
En síntesis, es un escenario complejo para la campaña por el #Apruebo. Y hay más: al término del trabajo de la Convención Constitucional los sondeos de opinión hegemónicos detectan altas cuotas de desinformación, como también elevados niveles de indecisión sobre la preferencia electoral; mientras los medios de comunicación y las redes sociales nos inundan semana a semana con resultados de encuestas de opinión que enfatizan la permeabilidad del rechazo en la población chilena.
Vale la pena, entonces, una advertencia para quienes se dispongan a hacer campaña por el #Apruebo. Todos los lunes nos continuarán bombardeando con encuestas y datos de muy débil calidad como las de CADEM o Activa Research. Pese al sostenido uso de estos datos en la comunicación política (tanto en medios de comunicación, redes sociales, como entre la misma militancia y simpatizantes del #Apruebo), existe suficiente evidencia para afirmar que estas encuestas no permiten hablar de “lxs chilenxs” en general.
Sabemos que, al menos, hay tres razones de índole metodológico y estadístico para no confiar en ellas.
Primero porque no existen las muestras representativas, a pesar que el término es ampliamente usado por las encuestas y por (algunos) cientistas sociales. El único criterio que existiría para afirmar que una muestra representa la opinión de una población de interés sería precisamente conocer dicha opinión en dicha población: si fuese así, ¿qué sentido tiene hacer un muestreo? Hay muchos que dirán que las encuestas de opinión (como CADEM o Activa Reseach) proporcionan indicadores (como el “error muestral”) que aseguran dicha representatividad. Sin embargo, por una parte, calculan dicho error muestral usando un diseño muestral totalmente ajeno al que efectivamente utilizaron, típicamente como si se tratase de un muestreo aleatorio simple[4]; y, por otra parte, aunque el muestreo sea aleatorio simple, el criterio estadístico de confiabilidad de la muestra debe ser calculado ex-post pues siempre habrá ciudadanas y ciudadanos que, habiendo sido seleccionados para ser encuestados, no consienten en participar.
Este es el segundo argumento que todos debemos tener presente a la hora de leer los resultados de una encuesta: la tasa de no respuesta. Pero es necesario ser rigurosos en su lectura: la tasa de respuesta siempre es con respecto a una (sub-)población de interés. Así, por ejemplo, la tasa de respuesta que reporta CADEM es con respecto a la subpoblación de seleccionados. A este nivel ya es posible cuantificar la incerteza de los resultados debida a la tasa de no respuesta: si, por ejemplo, solo el 10% de los seleccionados respondió la pregunta sobre la intención de voto en el Plebiscito de Salida, y de ellos el 40% aprobará la Nueva Constitución, entonces hay que reportar el resultado diciendo que al menos el 4% la aprobará[5]. Es más, no es posible saber qué hubiesen respondido el restante 90% que no respondió esta pregunta y, por tanto, para enfatizar la incerteza de la encuesta habría que decir que a lo más el 94% aprobaría la Nueva Constitución[6]. Así, un reporte transparente, que respeta a los que no respondieron dicha encuesta, sería el siguiente: al menos el 4% de los seleccionados para responder la encuesta aprobarían la Nueva Constitución, y a lo más el 94% la aprobaría. Estos resultados se pueden extrapolar a “lxs chilenxs”, pero siempre mostrando las proporciones de no respuesta. Ante esta (nueva) forma de reportar los resultados de encuestas, algunos arguyen que los Métodos Estadísticos permiten imputar las no respuestas y que, por lo tanto, basta con aplicar dichas metodologías. Pero aquí vale la pena recordar la distinción que ya Lazarsfeld en la década de 1950 hacía entre metodología y mera técnica: la metodología permite explicitar los supuestos que subyacen a la técnica estadística[7]. Los métodos de imputación suponen que, para determinadas características individuales (por ejemplo, sexo, nivel educacional, etc.), el grupo de los que no responden tienen un grupo gemelo entre los que responden. Este tipo de supuestos es imposible refutar: simplemente se trata de cómo el investigador o la encuestadora supone que se comporta la realidad. Puede usarse, ciertamente; pero entonces a la hora de reportar los resultados es necesario enfatizar que se reportan bajo una mirada específica de la realidad, una que no es empírica, sino simplemente una creencia.
En tercer lugar, es necesario referirnos a las tendencias. Las encuestas CADEM y Activa Research muestran largas series de datos, llamándolas tendencias: se muestran como si fuese el movimiento de la opinión de la ciudadanía a través del tiempo. Sin embargo, esto es incorrecto: solo es posible establecer tendencias de un mismo grupo seguido en el tiempo: cuando se compara la opinión de diferentes grupos encuestados en el tiempo, y se presentan como si fuese un mismo grupo, se asume implícitamente que las opiniones de los diversos grupos son intercambiables. Es legítimo creer esto: lo ilegítimo es no recordarlo en cada línea del reporte que la encuestadora hace de sus datos[8].
Ya hemos mostrado la fragilidad de encuestas como CADEM o Activa Research. A pesar de ello, estas encuestas no transparentan su fragilidad. Al no hacerlo, funcionan como verdaderas armas de desinformación masiva, instalando una idea incomprobable en torno a la cual gira la conversación pública y política. Con ello, contribuyen a desquiciar el debate público y ponen un escenario irreal como piso para el diálogo democrático sobre el cierre del proceso constituyente, así como para dar a conocer los rasgos concretos del borrador de la Nueva Carta Magna. Entre nuestras fuerzas ayuda a desordenar las filas: nos aturde y provoca confusión. ¿Es posible que gane el Rechazo? ¿Cómo deberíamos hacer campaña por el #Apruebo? ¿Qué acciones tiene sentido tomar, electoralmente, en los dos meses que restan para los comicios? ¿Es tan adverso el escenario electoral?
Las ocho semanas que vienen antes del Plebiscito de Salida serán muy ásperas en términos comunicacionales y políticos. Como advertimos, estaremos siendo constantemente expuestos al fantasma del Rechazo, y si bien podríamos (con justa razón científica) dudar de los resultados provistos por las encuestas de opinión, mal haríamos en actuar con un exceso de confianza. Hacerlo, sería replicar los errores que Apruebo Dignidad cometió en la desastrosa campaña para la primera vuelta presidencial con su complemento parlamentario.[9] Para diseñar nuestra estrategia de campaña hay que asumir el peor escenario posible y trabajar para revertirlo: la tormenta perfecta sería un elevado aumento en la votación #Rechazo a la Nueva Constitución, acompañado de un aumento considerable en la participación electoral, considerando el carácter obligatorio de la votación. También enfrentamos a un sector conservador de al menos 3.650.000 votos, cuya influencia y permeabilidad social no podemos despreciar. Asimismo, debemos tomar acciones efectivas y responsables para superar los déficits de pedagogía política que han rodeado al proceso constituyente: hoy que contamos con el borrador definitivo, es preciso esforzarnos por, junto con dar a conocer sus rasgos centrales de manera amigable y masiva, revertir los sólidos esfuerzos de desinformación en curso.
Asimismo, considerando la llegada al gobierno de Apruebo Dignidad, debemos asumir como prioritaria la tarea de contribuir al #Apruebo de la Nueva Constitución. Ello en tanto la posibilidad de introducir transformaciones sustanciales en áreas sensibles para nuestro país como la educación, la salud, las pensiones, la descentralización, el manejo del agua, el medioambiente, la equidad de género, la agenda de probidad o el desarrollo productivo (por mencionar algunas), está supeditada a la aprobación del nuevo texto constitucional. Asimismo, valdría la pena reponer un clivaje material de corte horizontal (arriba/abajo) dentro las distinciones identitarias que han primado en las campañas previas: un clivaje clasista, en el cual se resalte que los intereses de la mayoría trabajadora dependen del #Apruebo; en contraposición, las distintas élites que fagocitan de nuestro trabajo, defienden el Rechazo para mantener sus privilegios.
Entonces, ¿asumimos el panorama gris que predicen las agencias de opinión pública? Según lo que hemos argumentado, podemos dudar de sus datos. Pero bien nos haría ir más allá de tal conclusión, levantar cabeza y construir una mirada política propia para hacer frente a las encuestas de opinión. De hecho, las herramientas que hemos proporcionado para dudar de sus datos nos muestran que no hay nada garantizado; que una autocomplacencia por al #Apruebo sería equivalente a las creencias que esas encuestadoras tienen: suponer que nuestras opiniones políticas representan las del resto de la ciudadanía, o al menos de una parte de ella. Es importante que durante las siguientes semanas no sólo seamos capaces de aguantar este asedio, sino que también sepamos enfrentarlo con trabajo político: resultará fundamental extender un trabajo de divulgación y divulgación masiva, sobre todo hacia la militancia y simpatizantes del #Apruebo.
No desconozcamos que hay mucho trabajo por hacer. Existe mucha desinformación e incertidumbre.[10] Muchos y muchas no saben de qué manera la Nueva Constitución abrirá una ruta de cambios para construir una vida digna de manera concreta. ¿La cancha es desigual? Por supuesto: también lo fue para el Plebiscito de Entrada (2020) y para la segunda vuelta presidencial (2021) … y ganamos en ambas oportunidades. Por eso hay que arremangarse y ponerse en #modocampaña por el #Apruebo y la #NuevaConstitucion. Informar, conversar, desplegarse en redes, medios, en las calles y en cada hogar de Chile. Nos encontramos en el “momento cero” de nuestro esfuerzo electoral: llegó la hora de comenzar a trabajar.
Notas
[1] Castro, J.(2022/07/01). El contador de fake news: Lista de noticias falsas sobre la nueva Constitución. El Desconcierto. https://www.eldesconcierto.cl/reportajes/2022/07/01/el-contador-de-fake-news-lista-de-noticias-falsas-sobre-la-nueva-constitucion.html
[2] Carvallo, F., & Caviedes, S. (2021). Orígenes socioeconómicos y trayectorias políticas en la Convención Constitucional chilena. Fundación Nodo XXI – Fundación Rosa Luxemburgo. https://bit.ly/3F2a9EQ
[3] Ruiz Encina, C., & Ruiz Bruzzone, F. (2022). Conviviendo con la pandemia… ¿y más neoliberalismo? Revista Análisis del Año, 31-54. https://facso.uchile.cl/publicaciones/184192/revista-analisis-del-ano-2021
[4] Es importante recalcar un hecho que muestra lo frágil de la teoría del muestreo: cuando se demuestra, por ejemplo, que la media muestral es un estimador insesgado de la media poblacional, el argumento requiere que la variable de interés (por ejemplo, si el encuestado votará Apruebo o Rechazo en el Plebiscito de Salida) no sea aleatoria: solo se usa la probabilidad que tiene cada muestra de ser elegida. Pero cuando se construye un intervalo de confianza de dicha variable, se usa el Teorema Central del Límite de Hájek, el cual requiere que la variable de interés sea aleatoria. Ver, por ejemplo, C. Wu & M. E. Thomson (2020), Sampling Theory and Practice, Springer, New York, páginas 19-20 y 24-25. Con esta observación queremos llamar la atención que aún hay aspectos de la Teoría del Muestreo que necesitan ser críticamente revisitadas, y no usadas como “escritas en piedra”.
[5] El 4% corresponde al 40% del 10% que accedió responder la pregunta por el Plebiscito de Salida.
[6] Este 94% corresponde a sumar el 4% anterior con la tasa de no respuesta, que es de un 90%: esto significa asumir que, entre todos los seleccionados que no respondieron la encuesta, aprobarían la Nueva Constitución.
[7] “The sociologist studies man in society: the methodologist studies the sociologist at work”, decía Lazarsfeld en 1959, para enfatizar que el metodólogo hace una suerte de disección del modo en que trabaja el sociólogo cuando estudia un grupo social. Ver P. F. Lazarsfeld (1959), Problems in Methodology. En: R.K. Merton, L. Broom & L.S. Cottrell, Jr. (Eds.), Sociology Today. Problems and Prospects, Harper Torchbooks, New York, capítulo 2.
[8] Para más detalles, ver: E. San Martín & E. Alarcón-Bustamante (2022), Dissecting Chilean Surveys: The case of Missing Outcomes. Chilean Journal of Statistics, 13(1), 17-46. http://soche.cl/chjs/volumes/13/ChJS-13-01-02.pdf
[9] Contreras, P., & Gómez, M. (2021). Lejos de la casa y el árbol. Factores comunales de los resultados electorales de Apruebo Dignidad. Parte 2. Revista Rosa. https://www.revistarosa.cl/2021/12/12/lejos-de-la-casa-y-el-arbol/
[10] Existen pocas fuentes de datos fiables para mensurar este fenómeno. Para tener una idea exploratoria, que puede servir como una referencia mínima, sugerimos revisar: Derechos Digitales – Datavoz (2022). Información y Proceso Constituyente. Reporte de Resultados. https://laneta.cl/wp-content/uploads/2022/04/Presentacio%CC%81n-de-Resultados-Derechos-Digitales.pdf
Autor(es)
Felipe Ruiz
Felipe Ruiz se desempeña como investigador y docente en la Facultad de Cs. Sociales de la Universidad de Chile, es Magíster en Cs. Sociales y Sociólogo de la misma casa de estudios. Su área de especialización es la economía política y sociología del desarrollo, atendiendo al vínculo entre modelos de crecimiento, actores empresariales y políticas públicas en economías en desarrollo.