A cuatro años de la revuelta social, más allá de las simplificaciones, conversar sobre las causas y mirar sus impactos sociales y políticos es un ejercicio que permite situar, sin atajos, las tareas del presente. Es así que nos preguntamos por la vigencia de las...
Con una amplia y heterogénea convocatoria de académicas, dirigentas sociales y militantes políticas, la Fundación Nodo XXI realizó el primero de cuatro encuentros titulados «Diálogos feministas»: un espacio abierto de reflexión y debate colectivo en el marco de los distintos feminismos presentes hoy en la esfera pública, que ahonda en los principales problemas que afectan a la sociedad chilena, recuperando la vocación de crítica, transformación y ampliación democrática que históricamente ha encarnado al feminismo como potencia política.
Con una amplia y heterogénea convocatoria que incluyó a intelectuales, dirigentas sociales y militantes políticas feministas de reconocida trayectoria, este lunes 9 de abril la Fundación Nodo XXI realizó el primero de cuatro encuentros titulados «Diálogos feministas»: un espacio abierto de reflexión y debate colectivo en el marco de los distintos feminismos presentes hoy en la esfera pública, que ahonda en los principales problemas que afectan a la sociedad chilena, recuperando la vocación de crítica, transformación y ampliación democrática que históricamente ha encarnado al feminismo como potencia política.
En esta primera sesión, dedicada a la apertura de un debate que recoja las condiciones que rodean la emergencia contemporánea del feminismo en nuestro país y lo obligan a producir -como antes en la historia- reflexiones para la acción política e impugnación de las desigualdades en la distribución de la riqueza, el poder y el reconocimiento, contamos con la participación de Beatriz Sánchez, Mía Dragnic, María Isabel Matamala, Camila Rojas Valderrama, Daniela López Leiva, Nelly Richard, Diamela Eltit, Alejandra Castillo, Luna Follegati, Rosario Olivares, Paula Quintana, Orietta Fuenzalida, Natalia Corrales y Jimena Aguirre.
La política feminista: diferentes perspectivas desde una misma provocación
Las masivas protestas registradas el pasado 8 de marzo en el marco de la conmemoración del Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras -y otros movimientos recientes como Ni una Menos, Me Too y Time´s up-, confirman un hecho incontrastable: en un mundo donde el despliegue del capitalismo intensifica la precariedad del trabajo y de la vida de amplias capas de la población y en donde crece vertiginosamente la violencia de género, el feminismo retoma protagonismo a nivel global, con una inusitada capacidad de convocar a los sectores más golpeados por la arremetida neoliberal a lo largo del planeta.
No es casual que esta avanzada del feminismo se produzca en medio de un cuadro de crisis de los gobiernos progresistas -escasamente eficaces en la humanización del neoliberalismo y responsables en muchos casos de extender la mercantilización de derechos sociales y profundizar el modelo extractivista- y de ascenso de gobiernos conservadores y nacionalistas, caracterizados en lo valórico por una exaltación de las “tradiciones” y, en lo económico, por una implacable liberalización del capital financiero que ha extremado las desigualdades ya existentes en aras del “desarrollo y la modernización”.
En dicho contexto, la situación de nuestro país no es muy diferente. El feminismo vuelve a colocarse en el debate público exhibiendo las consecuencias sociales y políticas de la modernización neoliberal tempranamente implantada, sustentada en un divorcio entre política y sociedad que excluye a las mayorías del derecho a la participación en lo político. Un Chile en el que los intereses de las clases subalternas son sistemáticamente expulsados de la política «profesional» del parlamento y las instituciones, mientras que los grupos empresariales imponen sus términos en esta arena sin ningún interlocutor social o contrapeso, perdiendo la propia democracia el sentido como espacio de resolución de conflictos en el seno de la sociedad.
Así, la mercantilización de los derechos sociales, la acumulación capitalista en base a subsidios estatales y la focalización del gasto social exclusivamente en los sectores más pobres ha condenado a las grandes mayorías a resolver sus vidas de manera individual en el mercado, estando entre los sujetos más brutalmente afectados las mujeres, las disidencias sexuales y otros sectores postergados como los pueblos indígenas y la población migrante. Desde esta perspectiva, resulta preocupante el correlato que otorgan a estos fenómenos el incremento de los niveles de violencia machista y la multiplicación de los femicidios en años recientes a lo largo del territorio nacional.
En estas condiciones que enmarcan su emergencia contemporánea, el feminismo es desafiado a elaborar lecturas y estrategias políticas para la lucha contra las desigualdades en la distribución de la riqueza, el poder y el reconocimiento, recogiendo su histórica vocación emancipatoria. A pesar de ello, no se puede obviar que el feminismo local también ha sufrido también los embates de estos procesos contemporáneos de sesgo político: pese a su rol fundamental en las luchas por la recuperación democrática, el movimiento feminista fue marginado y excluido igualmente de la política transicional, y se vio tensionado hasta la ruptura entre aquellas figuras del feminismo integradas a la administración del Estado y otras que -desde el mundo social y la intelectualidad crítica-han madurado reflexiones agudas, y que sin embargo no logran atravesar los marcos acotados de su espacio de acción directo.
Esta dispersión de la acción política del feminismo permite en la actualidad el auge de su versión más liberal, que se monta sobre la capacidad del capitalismo de generar nuevas subjetividades e integrar las formas disruptivas. Este último feminismo, de ampliación de derechos y participación política para algunas mujeres, escasamente ha enfrentado la esencialización del rol tradicional de la mujer y el trasfondo estructural, económico, de las desigualdades, neutralizando así el carácter radical y disruptivo de la teoría feminista.
En este escenario, se torna vital volver a pensar desde un feminismo crítico y político, capaz de encabezar un debate democrático radical orientado a la constitución de un nuevo pacto social que desmonte el Estado subsidiario, desmercantilice nuestras vidas de manera transversal y garantice derechos sociales universales para todas las personas por fuera de los estrechos márgenes que el mercado impone a las relaciones y términos de convivencia social en nuestro país.
Autor(es)
La Fundación NodoXXI es una organización sin fines de lucro cuyo ánimo es contribuir con elaboración de pensamiento y herramientas prácticas a revertir la crisis de incidencia de las mayorías en la definición de los destinos de nuestro país.
El trabajo de Nodo XXI se estructura en torno a la promoción de diálogos, debates y acción, la formación de dirigentes y la elaboración de estudios, propuestas y opinión. Esto, con la perspectiva de pensar un proyecto alternativo al neoliberalismo que permita hacer de Chile un país inclusivo, justo y democrático.