A cuatro años de la revuelta social, más allá de las simplificaciones, conversar sobre las causas y mirar sus impactos sociales y políticos es un ejercicio que permite situar, sin atajos, las tareas del presente. Es así que nos preguntamos por la vigencia de las...
La diputada de Poder Ciudadano es una de las voces nuevas que ha llevado la irrupción del Frente Amplio en el Congreso. En esta entrevista con Cuadernos de Coyuntura, aborda, desde su amplia experiencia como dirigenta social y política, la situación de la izquierda en la transición, a la vez que enfatiza en los desafíos que mantiene su coalición frente a los nudos heredados de este proceso.
Habiendo usted sido dirigenta estudiantil en los últimos años de la dictadura, en democracia va a desarrollar una amplia actividad social y política. ¿Cómo caracterizaría el período de la transición desde esa experiencia?
La transición se puede caracterizar como un período de acomodo y reorganización tras un proceso intenso de lucha contra la dictadura. Creo que hubo una importante cuota de inocencia de quienes participamos desde la organización social en la lucha contra la dictadura de Pinochet, porque dejamos que quienes negociaron la transición hicieran todo “en la medida de lo posible”.
Creo que ahí estuvo el problema: que, de cierta forma, nos fuimos para la casa a partir del 11 de marzo de 1990 y no mantuvimos la presión para llevar adelante el programa que presentaba la Concertación, que, recordemos, incluía, por ejemplo, Asamblea Constituyente y aborto legal, cosas que se borraron con el codo de inmediato apelando a la “gobernabilidad” y esas frases grandilocuentes que se usaron en los noventa para la defensa del neoliberalismo que se estaba administrando.
La transición representa un periodo complejo dentro de la historia política nacional, ¿Qué papel jugó la izquierda en ese proceso?
Eso tiene relación con lo que respondía antes. La izquierda se quedó, tanto por acción propia como por acción de la Concertación, al margen de la discusión porque se instaló en el imaginario colectivo el discurso anti izquierda, tras acusarla del golpe de 1973, teoría de los extremos, entonces nuestras propuestas quedaron fuera. Y no fuimos capaces de adaptarlas a los nuevos tiempos que llegaron. De hecho, hubo que llegar a un cierto punto de hastío para que las propuestas de izquierda fueran consideradas, primero, en las presidenciales de 2005, con la candidatura de Tomás Hirsch, y luego, en 2009, con la candidatura de Arrate. Entonces la izquierda chilena ha resurgido gracias a que el modelo neoliberal instalado tuvo su crisis y se abrió un margen de acción. Creo que no podemos estar esperando que se nos abra el espacio, sino que debemos estar en permanente preparación de diferentes escenarios de acción política.
Aunque la transición abre un período de convivencia democrática, puede afirmarse que parte de la herencia de la Concertación son una serie de debates omitidos o derechamente cancelados que han tendido a proyectarse como nudos irresueltos a nuestra época. Un ejemplo es la discusión sobre el modelo de desarrollo. ¿Cómo esos nudos inciden en la recomposición política de las fuerzas de oposición y en las posibilidades de construir una alternativa democrática?
El modelo social, político y económico que se terminó de instalar en los noventa y la primera parte de los dos mil tiene por objetivo evitar por cualquier medio la articulación social y crear una “sensación” de estar organizados a través de causas particulares, pero que, a la larga, no tenían incidencia ni intención de transformación social. Desde esa perspectiva es que la reorganización de las fuerzas políticas y sociales en un bloque ha sido tan compleja, porque nos acostumbramos a cuidar nuestra parcela —cosa muy neoliberal— y no pensamos en la forma de llevar adelante un proceso de transformación. Ahora la reconstrucción de las fuerzas políticas que se está llevando adelante en este último tiempo es, en parte, resultado de las experiencias políticas y electorales de los últimos años, a partir de los cuales se ha podido —con todas las dificultades posibles— construir lo que es hoy el Frente Amplio.
Desde esta perspectiva, otro nudo que nos ha dejado la Concertación es el tipo de democracia que tenemos, democracia representativa, la que no permite la real participación de la gente en la toma de decisiones sobre su vida cotidiana. No somos ciudadanos de plenos derechos y ahí el Frente Amplio tiene mucho que decir.
¿Cuán cerca o lejos ve al Frente Amplio de contribuir a superar esos nudos en la situación política actual?
En la medida que el Frente Amplio asuma con responsabilidad colectiva que existe para transformar la política y el modelo instalado en el país hace 45 años, será capaz de desatar los nudos que nos han impuesto. De otro modo, siendo muy sincera, estamos más cerca de convertirnos en una mala copia de la Concertación, cosa para la que, al menos desde Poder Ciudadano, no estamos disponibles. Debemos responder a las expectativas, confianza y demanda del millón de personas que nos votó para seguir creciendo y poder concretar nuestras propuestas para transformar Chile.
En la última década han emergido importantes movilizaciones sociales que han pugnado por destrabar cerrojos que antes parecían fuera del debate, por ejemplo, la recuperación de derechos sociales. ¿Cómo ese contexto redefine las relaciones entre la sociedad y la política?
Lo que sucede con esas movilizaciones es que representan a importantes sectores sociales. Estos son los nudos de los que hablábamos, que fueron heredados desde la transición. Y es la ciudadanía la que impulsa la discusión, el debate y el sistema político no tiene respuestas porque sigue encapsulado en la lógica de la transición, desde arriba, y es ahí donde el Frente Amplio debe cambiar la relación actual entre la sociedad civil y la política. La democracia participativa debe transformase en una práctica tanto al interior de nuestras organizaciones como partidos y en su relación.
¿Qué papel puede jugar el Frente Amplio en un escenario de redefinición de los acuerdos políticos entre las fuerzas de la actual oposición?
Protagónico. Nuestra práctica política nos pone en un muy buen pie, claro que hay cosas que tenemos que hacer primero y una de ellas es armar una oposición nosotros como Frente Amplio y con un relato diferente. Eso no lo tiene la ex Nueva Mayoría. Ese es nuestro gran desafío: poder unificar criterios a partir de principios claros.
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La Fundación NodoXXI es una organización sin fines de lucro cuyo ánimo es contribuir con elaboración de pensamiento y herramientas prácticas a revertir la crisis de incidencia de las mayorías en la definición de los destinos de nuestro país.
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